LUNES
Una vecina barre vida del cordón de la vereda,
y la grasa de un café se ha llevado a unos cuantos,
me ha contado Carver.
Todos los fantasmas del desgaste del tiempo,
haciendo esquina,
hay una amarilla parquitud, que parece
que nunca se ha movido nada.
La bicicleta de mi infancia a perdido mis pies,
y la vecina quema las hojas, del resto de la vida.
Otra vez lunes, tengo toda la semana para quejarme,
de este quietismo inútil, que es la rutina.
Mientras los ombúes sacuden la melena,
como leones, que pueden oler la sangre.
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