A CADA RATO TANGO
Imagen: Juan Quaglia
A cada rato tango
Y el último vestigio de sol
Se fue prendado en su pelo.
Que era como un centenar de ruiseñores
Desfilando por la cama.
Esa negrita de carbón y luna
Tenia toda la necesidad
En los ojos y la guerra en el cuerpo.
A cada rato tango
Y el último vestigio de sol
Se fue prendado en su pelo.
Que era como un centenar de ruiseñores
Desfilando por la cama.
Esa negrita de carbón y luna
Tenia toda la necesidad
En los ojos y la guerra en el cuerpo.
A cada hora de
la muerte, vida
Se desayunaba aquel soldado
En aquel par de pechos, inpudrosos
Que se escapaban del bretel
Para temblar como lo hace Chile
O México o los dos juntos.
Se desayunaba aquel soldado
En aquel par de pechos, inpudrosos
Que se escapaban del bretel
Para temblar como lo hace Chile
O México o los dos juntos.
Es
que no hay nada más rígido
Que un orgasmo.
Y el coronel se fatigaba
Sobre aquel par de piernas,
Coro de ninguna iglesia.
Quien lo hubiera dicho,
Un hombre preparado para matar
Como Hiroshima en medio del misterio
Que un orgasmo.
Y el coronel se fatigaba
Sobre aquel par de piernas,
Coro de ninguna iglesia.
Quien lo hubiera dicho,
Un hombre preparado para matar
Como Hiroshima en medio del misterio
Se
encuentra agonizante
Entre un par de piernas y aquellos senos
Temblorosos.
Donde comían niños, hijos que no murieron.
Bajo ninguna orden.
Entre un par de piernas y aquellos senos
Temblorosos.
Donde comían niños, hijos que no murieron.
Bajo ninguna orden.
Y a
cada rato tango,
El soldado se levanta los pantalones
Y se marcha al grito de otra orden.
Hay que desalmar gurrumines
De la sombra del sol
El soldado se levanta los pantalones
Y se marcha al grito de otra orden.
Hay que desalmar gurrumines
De la sombra del sol
La
muerte que desloma
También en misión de paz.
Donde hay tiempo para el amor
Entre tanta milonga.
Otro centenar de almas
Perdieron la cabeza.
El todavía se acuerda de aquel
Par de pechos
Que hicieron temblar el mundo,
Cuando dominan balas.
La negrita no se sabe si aun despierta,
Nadie escucha las alarmas en medio
De una guerra.
Otra vez se oye muda, el estallido de otra
Alma.
También en misión de paz.
Donde hay tiempo para el amor
Entre tanta milonga.
Otro centenar de almas
Perdieron la cabeza.
El todavía se acuerda de aquel
Par de pechos
Que hicieron temblar el mundo,
Cuando dominan balas.
La negrita no se sabe si aun despierta,
Nadie escucha las alarmas en medio
De una guerra.
Otra vez se oye muda, el estallido de otra
Alma.
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